De las Malas Costumbres a la Cotidianidad


De las Malas Costumbres a la Cotidianidad






Frecuentemente, por los recorridos en la ciudad, nos topamos con objetos tales como bolsas plásticas de basura en las banquetas, perros muertos por los camellones de los bulevares, colchones, llantas inservibles en lotes baldíos y hasta en los patios de algunas casas, autos “fuera de servicio” estacionados en las calles o en banquetas ajenas y algún mueble o souvenir que a algún “ciudadano” le sobraba en su casa.

Este tipo de escenas las encontramos a diario y muchos de nosotros en mas de una vez hemos contemplado de manera pasiva e indiferente como las normas de convivencia que hemos logrado establecer a través del tiempo, se van degradando en faltas de educación, de respeto y de consideración. Tal vez debido a la frecuencia con que observamos estas escenas en las vías públicas, hemos perdido la capacidad de asombro y se han vuelto parte de la cotidianidad en nuestro modo de vida.

Me refiero a educación no como al grado de estudios de una persona, sino como el grado de conciencia social en ésta con respecto a su convivencia con sus demás conciudadanos; que en este caso se ha ido perdiendo en la medida que no tomamos conciencia de los actos que realizamos a diario.

Esta “concientización” se debe dar desde la misma familia; que aunque lo se, se ha vuelto difícil debido a la disfuncionalidad que provoca el actual sistema. Mas sin embargo debe nacer de cada persona como mero deber de ser humano. El hecho de que alguna familia desafortunada no cuente con grados de estudios básicos, no da el derecho, al igual que a la más aristócrata y burgués familia, a pasar por encima de los derechos de las demás personas a vivir en un entorno autodeterminado.

Obviamente no podemos culpar de lleno a nuestra inconsciencia o nuestra incultura de limpieza, gran parte de esta responsabilidad se conduce hacia las autoridades municipales en turno. En teoría, una de las probables razones por las que las personas, tú o yo desecháramos un mueble o cualquier otro objeto a la calle es por las pocas facilidades que tuviéramos para deshacernos de él.

En este punto es donde entra la pregunta más interesante, ¿serán las autoridades responsables del problema de aseo público o es que estamos acostumbrados a deshacernos de objetos inútiles arrojándolos a la banqueta del vecino? Aunque las autoridades municipales hayan implementado programas como el de Mueble Viejo, como el de Acopio de pinos navideños, de retiro de vehículos en desuso en vía pública, de limpia de lotes baldíos, de retiro de animales muertos en vía publica, incluso el de proyección de películas infantiles de corte ecológico en las escuelas; el problema persiste. ¿Es acaso que estos programas son ineficientes o es que no hemos creado conciencia de nuestros actos de convivencia? ¿Será acaso que generamos demasiados residuos?

En este sentido y desde mi punto de vista, el camino hacia una mejor cultura de limpieza del entorno público es evitar el paternalismo en las autoridades y concientizarnos de nuestro consumo de bienes y de la forma en que nos deshacemos de ellos mismos, así como de las acciones que realizamos a diario, afrontando las consecuencias que estas acciones impliquen.

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