Del malquerido oficio de reportero
Hoy de a tiro no me aguanté. Escribo lo siguiente al tiempo que contestó un correo en el que se me reclama por escribir "falcedades" y con "poco profecionalismo", solo para "hagarrar" mi salario. Pero en fin, si nos vamos en orden cronológico, todo fluirá mejor.
Solo para contextualizar, mis estimados 4 lectores, en las últimas semanas toda la "pudredumbre" de muchos de los que integran los medios de comunicación locales afloró y los colmos que le pueden pasar a este su humilde reportero, pasaron.
¿Qué pasó? ¿Qué tan grave es?. En realidad no lo es tanto, tomando en cuenta que antes de haber ingresado yo, las malas prácticas, vicios y malas costumbres y hasta ahora no se ha acabado el mundo.
Pues continúo. Uno trata cada minuto de la jornada laboral (si, eso es) realizar las cosas de manera profesional, ética, imparcial y todos esos adjetivos románticos de los que uno se enamora del periodismo en la Universidad.
De repente, comentarios anónimos en espacios públicos, de personas con tremendas faltas de ortografía, hacen mención de una supuesta gramática y sintaxis utilizada por un servidor que se asemejan a los parámetros utilizados por el Alarma!.
Después, otro comentario con diferente máscara pero con la misma sustancia, hace referencia a un portal de otro medio (caracterizado por el uso tendencioso de la información) el cual presuntamente hace un "manejo más completo y profesional de la información".
Por un momento me reí, al otro momento me frustré, por un segundo sentí un coraje y luego se me olvidó esa sensación. Días después medité, y mucho.
Recién contesto un correo en el que "con todo respeto" me dicen que soy muy poco "profecional" y que escribo puras "falcedades". Me tomó unos minutos contestar el correo, el cual extrañamente también se encontraba dirigido a Antonio Magaña. En un apartado, el remitente del correo le pide ayuda para contactar a los jefes de "este Sr. Martines".
No hubo necesidad. Yo mismo reenvié el correo a mi editor, así como la respuesta que le envié al lector, todo debidamente documentado.
A esta situación se agregan los hechos torcidos en que incurren algunos reporteros o "periodistas". Rumores publicados como verdades, notas parciales utilizadas para dar un "trancazo" a tal o cual funcionario o dependencia, así como la mediocridad de algunos durante ruedas de prensa contrariadas con la imagen que pretenden reflejar de profesionalismo ante las pantallas.
Eso no se vale. A uno no debe de preocuparle aparentar ser profesional, uno debe de ser profesional. El ambiente está viciado y me preguntó ¿cuántos estudiantes de periodismo o comunicación no aprovecharían para bien los lugares que ocupan en los medios estas personas? La pregunta queda en el aire.
Me niego a creer que la situación seguirá así. Me niego a caer en malas prácticas. Me niego a aceptar dinero o dádivas de funcionarios a cambio de un manejo tendencioso de información como lo hacen algunos. Me niego a creer que no existe la sana competencia. Me niego a creer que los medios no pueden cambiar y ser honorables.
Umberto Eco decía que en los medios existe una competencia entre el que escribe y el que lee. Aforismo muy preciso. Es por eso que todo aquel que escribe, debe competir con un lector cada vez mejor enterado y el que exige una mayor calidad.
Nos leemos después.
Solo para contextualizar, mis estimados 4 lectores, en las últimas semanas toda la "pudredumbre" de muchos de los que integran los medios de comunicación locales afloró y los colmos que le pueden pasar a este su humilde reportero, pasaron.
¿Qué pasó? ¿Qué tan grave es?. En realidad no lo es tanto, tomando en cuenta que antes de haber ingresado yo, las malas prácticas, vicios y malas costumbres y hasta ahora no se ha acabado el mundo.
Pues continúo. Uno trata cada minuto de la jornada laboral (si, eso es) realizar las cosas de manera profesional, ética, imparcial y todos esos adjetivos románticos de los que uno se enamora del periodismo en la Universidad.
De repente, comentarios anónimos en espacios públicos, de personas con tremendas faltas de ortografía, hacen mención de una supuesta gramática y sintaxis utilizada por un servidor que se asemejan a los parámetros utilizados por el Alarma!.
Después, otro comentario con diferente máscara pero con la misma sustancia, hace referencia a un portal de otro medio (caracterizado por el uso tendencioso de la información) el cual presuntamente hace un "manejo más completo y profesional de la información".
Por un momento me reí, al otro momento me frustré, por un segundo sentí un coraje y luego se me olvidó esa sensación. Días después medité, y mucho.
Recién contesto un correo en el que "con todo respeto" me dicen que soy muy poco "profecional" y que escribo puras "falcedades". Me tomó unos minutos contestar el correo, el cual extrañamente también se encontraba dirigido a Antonio Magaña. En un apartado, el remitente del correo le pide ayuda para contactar a los jefes de "este Sr. Martines".
No hubo necesidad. Yo mismo reenvié el correo a mi editor, así como la respuesta que le envié al lector, todo debidamente documentado.
A esta situación se agregan los hechos torcidos en que incurren algunos reporteros o "periodistas". Rumores publicados como verdades, notas parciales utilizadas para dar un "trancazo" a tal o cual funcionario o dependencia, así como la mediocridad de algunos durante ruedas de prensa contrariadas con la imagen que pretenden reflejar de profesionalismo ante las pantallas.
Eso no se vale. A uno no debe de preocuparle aparentar ser profesional, uno debe de ser profesional. El ambiente está viciado y me preguntó ¿cuántos estudiantes de periodismo o comunicación no aprovecharían para bien los lugares que ocupan en los medios estas personas? La pregunta queda en el aire.
Me niego a creer que la situación seguirá así. Me niego a caer en malas prácticas. Me niego a aceptar dinero o dádivas de funcionarios a cambio de un manejo tendencioso de información como lo hacen algunos. Me niego a creer que no existe la sana competencia. Me niego a creer que los medios no pueden cambiar y ser honorables.
Umberto Eco decía que en los medios existe una competencia entre el que escribe y el que lee. Aforismo muy preciso. Es por eso que todo aquel que escribe, debe competir con un lector cada vez mejor enterado y el que exige una mayor calidad.
Nos leemos después.
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