La Odisea y la Tragedia del pin

El día de ayer, como es costumbre, ocurrió una de las ceremonias que se llevan a cabo para próximos a egresar en cumplimiento del protocolo estándar. También, como de costumbre, la mala sal me hizo otra de las suyas, otra de tantas.

Todo el proceso ceremonial cuasiritual, se llevó a cabo como se había previsto. Formación, nombramientos, saludos, discursos, blablabla, mariachi, aplausos chovinistas, gritos infantiles, fotos, fotos y más fotos. S

Todo el protocolo se resume a eso.

Al salir, ya con el brío y el hambre excedidos, me dirigía a mi carro, que aunque parece chatarra no lo es, al menos no todavía. De hecho no es ni mi carro tampoco.

No esta de más decir que la sensación de coraje y frustración es especial en este tipo de casos, sobre todo cuando por segunda vez pretendes dar arranque al auto.

Y sí, así pasó. La batería había huído con algún otro tipo, quién deseoso de dinero, o saciar el ocio se la llevó.

Lo peor de todo no es el costo de la batería, sino lo que conlleva el no tenerla. Para hoy miércoles, debería estar trabajando. Tengo múltiples salidas que son aliviadas con tener un auto funcionando.

Por lo pronto y como siempre he dicho. Acepto mi realidad. Mandáme un diluvio Dios que aquí estaré esperandolo con mi arca. Asshole.

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