Veintiuno / Año 11
Bueno, me excedí un poco en el tiempo para volver aquí y dejarte estas palabras que hace años prometí escribir cada año en tu cumpleaños. Creo que eres testigo de la falta de tiempo que tengo para esto, pero trato de volver a la primera oportunidad.
En realidad me siento maravillado de estar en una etapa de transición para ti, de muchas que vendrán en tu vida. Rezo por que la vida me alcance para verte crecer y saber que te has convertido en la persona que espero seas.
A veces te veo jugar, ser niño y ver la vida con esa inocencia, pero en ocasiones soy testigo de cómo creces, de tu curiosidad por el mundo, tan atropellado, con sus defectos, con su gente. Espero tener siempre esa respuesta que buscas y que te ayude a caminar por esta vida.
Me siento muy afortunado de ser tu padre y creo habértelo dicho, así como también lo mucho que te amo a ti y a tu hermano. No concibo una vida sin ustedes. Sé que ustedes no lo saben, pero en el último año, fueron ustedes quienes me salvaron la vida. Algún día se los diré o lo sabrá.
A pesar de los temores que se plantan en uno cuando se es padre, me he sentido tranquilo con la personalidad que has desarrollado, la actitud que tienes ante las cosas y la manera que te relacionas con los demás. Claro, siempre hay oportunidades para mejorar, y la seguridad o valor para hacer algunas actividades son algunas de ellas.
Conforme vas creciendo, veo que son menos las palabras que tengo que dejar por aquí, porque tengo la bendición de poderlas platicar contigo, y que podrás recordar esos momentos en el futuro.
Aún tengo miedos, pero haré lo posible por que este año sea distinto para ustedes y nosotros. Hay que trabajar en algunas cosas y verás que pronto estaremos creando nuevas experiencias. Te lo prometo.
Por lo pronto esto lo dejo hasta aquí. Te quiero, hijo.
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