Veintiuno // Año Ocho
He llegado a la conclusión que, a raíz de mi compulsión por las cifras en múltiplos de cinco, que cuando cumplas diez años, dejaré de escribirte estas cartas, sobre todo porque estoy seguro que a partir de entonces recordarás lo importante.
Cuando llegan estas fechas no puedo evitar recordar ese día en que te tuve por primer vez en mis brazos. El nerviosismo, la ansiedad, la alegría, el miedo, pero lo más importante, la fuerza que nació contigo para enfrentar lo que sea.
Han pasado ocho años. No puedo describir la alegría que tú y tu hermano han traído a nuestra vida. Repetiría todo y no me arrepiento de nada. Cada abrazo, cada sonrisa. Lo vale todo.
Este año has tomado gusto por lo oriental, a Batman (de nuevo) y de manera más intensiva, a la lectura. Tienes a tu alcance muchos libros. Lees mucho y me da enorme gusto. Probablemente para muchas personas presuntuosas sería motivo de alardeo, pero me gustaría que también disfrutaras de ser niño.
El tiempo pasa rápido y solo espero que para cuando repares en eso, te sientas pleno y satisfecho de haber disfrutado cada etapa de tu vida.
Espero que para cuando leas esto, tú y Matías sigan siendo los mejores amigos. Todos hemos peleado con nuestros hermanos, es casi genético, así que no te preocupes.
Sigue creando, riendo, leyendo, jugando y haciendo lo que te haga feliz. Pase lo que pase, mis brazos siempre estarán para rodearte y protegerte, mi hombro para que llores si lo necesitas y mis palabras para tratar de guiarte en este convulso mundo.
Te ama tu padre,
Saúl
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