De los miles de pasos andados estos días...
A veces resulta interesante ver a ciertas personas e imaginarse sus historias, sus vivencias, el peso que cargan y lo que guardan entre sus párpados. A veces resulta triste darse cuenta que su historia no da espacio a la imaginación, que se les nota a flor de piel, que la gritan por los ojos, que su andar explica el cómo y porqué están allí.
En la esquina de Belisario Domínguez y Allende, en el Distrito Federal, justo entre un Oxxo y el Hotel La Marina, sobre la banqueta, vive y trabaja un hombre con capacidades especiales. Me bastó cruzar solo unas palabras para imaginar su historia, nada feliz.
De unos 40 años, el hombre vende dulces de todo tipo, de esos mismos que uno se puede encontrar en el Oxxo, ubicado a unos 7 pasos de donde él se encuentra. Luego de concluir su jornada, el hombre guarda de nuevo los confites y se dispone a dormir, a merced del clima, y de la andanada de jóvenes que por la madrugada llegan al Oxxo.
A pesar de la precaria situación que vive, su temple y carácter, estoicos, reflejan que sin importar la adversidad se puede vivir de manera digna, síntoma de que su situación es meramente temporal, que ya llegarán tiempos mejores y que en ese juego llamado destino, hay un lugar para él.
Sin duda, esta jornada en una ciudad ajena, abre perspectivas y amplía horizontes. Luego de miles de pasos a ras de suelo y por subterráneo, se puede dar uno cuenta de las miles de historias que confluyen en una ciudad tan polarizada como lo es la ciudad de México.
Conocerme a mí, conocer más a mi familia, fueron parte de este viaje. Con los días pude sacudirme el vicio del trabajo, al cual me reintegró a partir de este martes, ahora con ánimos resucitados y con disposición de fijarme nuevas metas.
La vida se vive paso a paso, se disfruta como sorbo de café cada episodio.
Buenas noches, México. Buenos días, Japón.
En la esquina de Belisario Domínguez y Allende, en el Distrito Federal, justo entre un Oxxo y el Hotel La Marina, sobre la banqueta, vive y trabaja un hombre con capacidades especiales. Me bastó cruzar solo unas palabras para imaginar su historia, nada feliz.
De unos 40 años, el hombre vende dulces de todo tipo, de esos mismos que uno se puede encontrar en el Oxxo, ubicado a unos 7 pasos de donde él se encuentra. Luego de concluir su jornada, el hombre guarda de nuevo los confites y se dispone a dormir, a merced del clima, y de la andanada de jóvenes que por la madrugada llegan al Oxxo.
A pesar de la precaria situación que vive, su temple y carácter, estoicos, reflejan que sin importar la adversidad se puede vivir de manera digna, síntoma de que su situación es meramente temporal, que ya llegarán tiempos mejores y que en ese juego llamado destino, hay un lugar para él.
Sin duda, esta jornada en una ciudad ajena, abre perspectivas y amplía horizontes. Luego de miles de pasos a ras de suelo y por subterráneo, se puede dar uno cuenta de las miles de historias que confluyen en una ciudad tan polarizada como lo es la ciudad de México.
Conocerme a mí, conocer más a mi familia, fueron parte de este viaje. Con los días pude sacudirme el vicio del trabajo, al cual me reintegró a partir de este martes, ahora con ánimos resucitados y con disposición de fijarme nuevas metas.
La vida se vive paso a paso, se disfruta como sorbo de café cada episodio.
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